Morir sin permiso
Había asumido la responsabilidad de dirigir el centro de atención telefónica. Tenía a su cargo más de una docena de trabajadores. El aumento de sueldo no era proporcional con la ingente tarea de llevar a buen puerto todas las quejas de los usuarios.
Óscar vivía cerca del casco antiguo de Alcalá de Henares, en la parte más cercana a Los Cuatro Caños, en la calle Marqués de Alonso Martínez. La ciudad complutense era para él el sitio más bonito para vivir del mundo. Ahí estudió EGB, BUP, COU…, se rajó en la selectividad. Ahí conoció a la que fue, durante algo más de diez años, su mujer y donde, con posterioridad, puso fin a su deteriorado matrimonio. Hacía algo más de cinco años que vivía solo, sin plantearse la posibilidad de volver a emparejarse; disfrutaba de la emancipación. Era un hombre moderno y autosuficiente. Le apasionaba el cine, y aunque no se consideraba un experto cinéfilo, era un asiduo de las salas de cine y conocía bien el Centro Comercial «Cuadernillos».
Se jactaba de cocinar bien, y gracias a haber sido un alumno aventajado de YouTube, supo sorprender gratamente a alguna mujer cuando la invitaba a comer a casa.