Morir sin permiso

Óscar, aunque no respondía a los estímulos, sufrió una experiencia de lo más perturbadora. Oía todo lo que allí se hablaba, era consciente de que el equipo médico constataba que el paciente estaba comatoso y de que desconocían cuánto tiempo podría permanecer en esa situación. Se sentía preso de sí mismo; resultaba una experiencia sumamente desagradable. Deseaba decir a todo el mundo que se congregaba en torno a él que podía oír perfectamente lo que estaban refiriendo sobre su estado. Sufrió una aceleración del ritmo cardíaco, y los facultativos dedujeron que era posible que despertase en breve.

Despertar

El hospital se puso en contacto con la madre de Óscar. Maite había buscado entre los contactos del teléfono móvil, hasta que encontró en la agenda un: «AA_Mamá».

Eugenia cogió precipitadamente un taxi y se presentó en el hospital con toda la rapidez que le fue posible. El equipo médico salió para explicar a su madre cuál era el cuadro que presentaba Óscar y lo incierto de su diagnóstico. Dejaron entrar a la madre pasados unos minutos, los suficientes para acrecentar su inquietud. Se preguntaba quién habría sido el mal nacido que le había hecho eso a su hijo.